Posteado por: pymesdefamilia | febrero 17, 2011

«Un mismo objetivo: El crecimiento de la Empresa Familiar»

             En muchas familias empresarias nos encontramos con integrantes que, aunque son accionistas de la empresa, no trabajan dentro de la misma, dedicándose muchas veces a otras actividades, profesiones o trabajos.

Esta situación, muy común en empresas en donde ya la segunda generación está en condiciones de suceder al fundador, generalmente es vivida de una manera trágica.

El sólo hecho de que al menos un hijo se encuentre trabajando en la empresa familiar mientras que los demás hayan decidido encaminar su vocación hacia otra dirección, puede producir en el seno de la familia una situación que genere conflictos, discusiones y malentendidos que atenten contra la sustentabilidad de la empresa y la armonía familiar.

¿Pero qué tipo de conflictos pueden derivarse de esta situación?

Por un lado, aquellos familiares que trabajan en la empresa suelen ver a sus pares que no poseen una relación laboral con la misma, como indiferentes, desinteresados y despreocupados por la marcha del negocio de la familia. Si a esto le agregamos que en un futuro podrán heredar una parte de ese patrimonio que, según los que trabajan en la empresa, no contribuyeron en hacerlo, tenemos como resultados que la percepción que se formarán de los que no trabajan en la empresa no va a ser la mejor para asegurar una buena relación con el resto de los propietarios.

Del otro lado del cerco, los familiares que no trabajan en la empresa familiar ven como aquellos que si lo hacen mejoran su situación económica, utilizan los bienes y recursos de la empresa sin consulta alguna y como, según ellos, hacen del negocio familiar lo que quieren.

El resultado será la formación de un campo propicio para la generación de conflictos, discusiones y todo tipo de malentendidos.

¿Cómo afrontar esta situación?

Los integrantes de la familia empresaria deberán aprender , y entender, que en una empresa familiar existen diferentes roles en que les toca desempeñarse, y uno de los roles que habrá que «aprender a jugar» será el de accionista con los derechos, obligaciones y responsabilidades que ello implica. Es decir, habrá que calzarse la camiseta de propietario y aprender a cuidar lo que por derecho corresponde.

El accionista interno (que trabaja en la empresa) tendrá que hacer el esfuerzo mental de separar su trabajo en dos: como accionista (dueño/propietario) y como empleado de la empresa que, aunque le cueste ver, es de él mismo y de sus pares familiares. Deberá aceptar que el consejo de accionistas al que pertenece, evaluará su trabajo premiándolo, exigiéndole resultados y, hasta, separándolo del cargo si su desempeño no es satisfactorio.

El accionista externo deberá convertirse en un propietario activo de la empresa familiar en donde tendrá que aprender a evaluar la marcha de la empresa a través de indicadores, números y otras herramientas de gestión que le permitan formarse una visión completa de la marcha del negocio.

Tanto los que trabajan en la empresa como aquellos que no lo hacen coincidirán en este rol de accionista, muchas veces descuidado en la empresa familiar pero que, de jugarlo correctamente, dará como resultado una sinergia increíble en la empresa familiar.

Todos los integrantes de la familia, trabajen o no en la empresa, coincidirán en este rol de accionistas y deberán aprender, para bien de la empresa y de la familia, no sólo a convivir sino a complementarse persiguiendo el mismo objetivo: «El crecimiento de la empresa familiar».

Ciro Montenegro
Consultor Jr. BID

«Programa de Supervivencia y
Capacitación de Empresas Familiares
de la Región Centro del Banco
Interamericano de Desarrollo»


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